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APRENDER A VOLAR JUNTOS, PERO NO ATADOS

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(Imagen sacada de www.terapiavibracionalnatural.blogspot.com)

Una vieja leyenda sioux cuenta la visita que Toro Bravo, el guerrero más valiente, y Nube Alta, la hija del jefe de la tribu, hicieron al hombre más anciano del lugar. “Estamos preparando nuestra boda, por eso le pedimos que haga un conjuro que nos garantice que permaneceremos unidos el resto de nuestras vidas”, le rogaron al hechicero.

Tras meditar un rato, el anciano los miró y les dijo: “Hay una cosa que podéis hacer. Nube Alta, tú subirás a aquella cumbre y, tan sólo con tus manos y una red, cazarás el halcón más hermoso y me lo traerás”. La joven asintió. A continuación, el viejo se dirigió al novio: “Tú, Toro Bravo, escalarás hasta la cima del Trueno y capturarás el águila más fuerte que veas. Deberás traerla viva ante mí el mismo día que he citado a Nube Alta”.

El día convenido, los jóvenes se presentaron con dos preciosas aves. El anciano les ordenó: “Ahora, atadlas entre sí por las patas y lanzadlas a volar”. El halcón y el águila sólo lograron revolcarse por el suelo y acabaron a picotazos. Después de dejarlas en libertad, el hechicero les explicó:”Vosotros sois como un águila y un halcón; si os atáis uno a otro acabaréis haciéndoos daño. Si queréis que el amor perdure, debéis aprender a volar juntos… pero jamás atados”.

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EL LEÓN Y SU REFLEJO

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(Imagen sacada de www.penelopebel.blogspot.com)

Un león se aproximó a un lago empujado por la sed y, al acercarse a la orilla, se sobresaltó tras ver su rostro reflejado en las tranquilas aguas. “Tendré que tener mucho cuidado con ese león tan fiero. Seguro que es el dueño del lago”, se dijo a sí mismo el asustado felino. Pero era tanta la sed que tenía que, de nuevo, dirigió sus pasos al lago. En esta ocasión abrió las fauces amenazadoramente y al ver que el reflejo hacía lo mismo sintió terror.

El pobre y sediento león salió como alma que lleva el diablo. Sin embargo, la sed era más fuerte que el miedo, por eso volvió a la orilla en repetidas ocasiones sin probar ni una gota de agua hasta que un día ya no pudo contenerse más. Armado de valor y determinado a calmar, por fin, la sed, decidió poner fin a su padecimiento. Bebería, sucediese lo que sucediese.

Así que, dicho y hecho. Se dirigió al lago con la determinación que uno espera del rey de la selva y metió la cabeza en el agua para beber como si el mundo se fuese a terminar en ese mismo instante. Al hacer esto, el león enemigo desapareció. Y es que, de igual manera, muchos de nuestros miedos son pura imaginación y solo enfrentándonos a ellos lograremos que desaparezcan para siempre.